martes, 21 de julio de 2009

La reina del crimen

Agatha Mary Clarissa Miller nació en un pueblito a la orilla del mar, en 1889. Escribió muchos libros bajo el seudónimo de Mary Westmacott. Murió en 1976 con el nombre de Lady Mallowan, que era el apellido de su segundo esposo, pero el mundo entero la conoce como Agatha Christie, que fue el apellido de su primer marido, Archibald Christie.
Desde cualquier punto de vista, Agatha Christie representa un fenómeno. Las ventas de sus libros, en 45 idiomas, exceden los 200 millones de copias, lo cual la convierte en la autora que supera a todos en ventas, excepto a Shakespeare. Pocos escritores han tenido, como ella, un millón de ejemplares publicados en un solo día.
Entre su primera novela “El misterioso asunto de Styles”, publicada en 1920, y la última, que fue entregada a la imprenta póstumamente en 1977, escribió más de 110 títulos. La producción de Agatha Christie en sí no es extraordinaria, pero su éxito es prodigioso.
Los críticos dicen que se debe a las intrigas que despistan al lector, escritas con estilo ágil e ingenioso, y también a sus famosos personajes. Hércules Poirot, el detective belga, aparece en la primera de sus 67 novelas policíacas; su muerte, que ocurre en una novela del año 1975, apareció publicada en la página de obituarios del New York Times. La anciana Miss Jane Marple hizo su debut en 1930 en “Asesinato en la vicaría”, una de las novelas más conocidas de Agatha Christie. “El asesinato de Roger Ackroyd” se conoce por la controversia que siguió a su publicación en 1926, el asesino no era otro que el mismo narrador.
Quince de sus novelas han sido llevadas al cine. Su obra de teatro “La ratonera” se estrenó en Londres en 1952 y desde entonces ha estado en cartelera.
En la vida de esta escritora existe un misterio sin resolver, digno de la mejor de sus novelas: durante cerca de dos meses desapareció sin que la policía pudiera encontrarla. Un buen día regresó y su única explicación fue que había sufrido amnesia
.

viernes, 17 de julio de 2009

"La Trochita", el Viejo Expreso Patagónico

La “Trochita” une las localidades de Ingeniero Jacobacci y Esquel en un trayecto de 402 km, cargados de belleza, magia e historia; y las características del terreno y la necesidad de sortear cursos de agua que descienden por la ladera de la montaña, obligaron a la construcción de más de 620 curvas, lo que significa un promedio de una curva y media por kilómetro.
Ya a principios de siglo se hacía sentir la necesidad de resolver los problemas de comunicación del oeste patagónico, y encontrar una forma económica de transportar los productos de la región hacia los centros urbanos y los grandes puertos del Atlántico.
Hacia 1910 se promulgó la ley que dio origen a la construcción de este ramal, pero los trabajos solo se iniciaron en 1922. Fue sólo el 25 de mayo de 1945, como regalo para el día patrio, que el Expreso llegó a la ciudad de Esquel.
Se inició así una importantísima etapa en la vida del trencito, que se convirtió en una herramienta indispensable para abastecer de todo cuanto requería la zona para vivir y desarrollarse y, a la vez, en el único medio de comunicación para quienes vivían en los alejados parajes que aún hoy atraviesa, antiguos dominios de Tehuelches y Mapuches.
Tanto los vagones como las locomotoras datan de 1920, son de tamaño reducido (a escala de la trocha) y tienen una salamandra a leña que sirve para calefaccionarlos durante los prolongados y rigurosos inviernos, como así también calentar
agua para el infaltable mate que acompaña a los pobladores de estas tierras.
Antes de partir hacia El Maitén, se cargan 4000 litros de agua para un consumo promedio de 100 litros por km y se prepara para un calentamiento y puesta en marcha que insume de 4 a 5 horas.
Finalmente comienza la marcha hasta alcanzar la velocidad de 45 km/hora. La cadena de montañas sigue el viaje del tren por el lado oeste, de la misma manera el río Chubut serpentea por el este. La estepa poblada por infinitos rebaños se pierde en el horizonte teñida de ocre y amarillo.
Este pequeño y acogedor trencito que recorre las tierras de la Patagonia argentina desde hace más de sesenta años, se ha convertido en un museo viviente. Su trocha súper económica (de 1m. se denomina "trocha angosta") contrasta con la inmensidad del paisaje, transformando la zona que atraviesa en una espléndida maqueta. Los vagones atesoran un sin número de historias y anécdotas, producto de muchos años de cruzar las despobladas y semiáridas zonas del norte patagónico, en toda época y enfrentando todo tipo de contingencias meteorológicas: los calores abrasadores del verano, los fuertes vientos característicos de la región y copiosas e intensas nevadas, que han detenido su marcha en más de una oportunidad, ocasión en que los pasajeros unen su esfuerzo junto al personal para liberar las vías. En los comienzos tuvo una gran importancia en el transporte de la lana hacia los centros de consumo; fundamentalmente Buenos Aires, como también era importante el tonelaje de maderas provenientes de los bosques andinos y vital para el abastecimiento de Esquel, Trevelin, El Maitén, y otros pueblos de la zona, ya que en esa época los caminos eran escasos y dificultosos haciendo los viajes extremadamente lentos.
Hoy las cosas cambiaron sustancialmente; el progreso trajo nuevos y mejores caminos, vehículos más cómodos y ágiles, camiones más grandes y veloces. Esto fue quitando cargas y pasajeros al trencito, haciendo dudar sobre la razón de su permanencia. Todo esto contribuyó a que las provincias de Chubut y Río Negro, haciendo un gran esfuerzo, tomaran a su cargo los tramos del ramal que se encuentran en sus respectivos territorios, cuando en diciembre de 1993 el gobierno argentino decidiera el cierre definitivo por razones económicas. De este modo, el 7 de febrero de 1994 reinició sus viajes del tramo Esquel-El Maitén como Tren Provincial de Chubut, y el 15 de mayo de 1994 se reactivó el tramo Ing. Jacobacci-El Maitén como Tren Provincial de Río Negro, permitiendo que turistas argentinos y extranjeros continúen disfrutando la experiencia inolvidable de viajar en El Viejo Expreso Patagónico.
La llegada a El Maitén es una verdadera fiesta: vendedores ambulantes, artesanos, músicos y curiosos rodean a la Trochita. El pueblo vive al ritmo del tren; y cada llegada o partida es un acontecimiento que nadie quiere perderse. Es aquí que se encuentran los talleres donde un grupo de artesanos, enamorados de su trabajo, mantienen en funcionamiento un material rodante de tal antigüedad.
La locomotora desanda los 50 km que la separan de El Bolsón, un pueblo enclavado en un valle privilegiado, enmarcado por el cerro Piltriquitron (“que cuelga de las nubes”, en mapuche) que, en los años ’60, fue polo de atracción de un sinnúmero de comunidades hippies, artesanos y gente en busca de una vida en contacto con la naturaleza. Si bien en la actualidad no queda mucho de esas comunidades, el lugar guarda cierta filosofía de vida que se entronca con esas raíces de respeto por el medio ambiente que se observa en sus granjas donde producen dulces, mermeladas, quesos, hortalizas y frutas sin ningún agregado químico.
El Parque Nacional Lago Puelo, a 10 km de la ciudad, es una visita obligada. Sus aguas son las más cálidas de la zona y permiten la práctica de deportes acuáticos. También pueden realizarse excursiones de pesca pues abundan, en los ríos y lagos, la trucha arco iris, la trucha marrón y el salmón encerrado.
Un poco más al sur se encuentra la localidad de Cholila, donde se puede ver la cabaña donde vivieron Butch Cassidy, Sundance Kid y Etta Place, que llegaron en 1901 a Buenos Aires huyendo de la justicia norteamericana. Los bandoleros hicieron funcionar esa cabaña como almacén. Luego asaltaron dos bancos, uno en Río Gallegos y otro en San Luis; y finalmente desaparecieron de la región
tan misteriosamente como habían llegado.
El primer tramo presenta un paisaje ondulante, relativamente suave. Luego de un ascenso casi ininterrumpido de aproximadamente 200 mts., el tren circula entre los 1000 y 1200 mts de altura en una zona que no ofrece cambios abruptos, hasta llegar al Río Chico, donde el valle se encajona dejando espacio sólo para el agua, debiendo transitar por un corte hecho en la ladera rocosa hasta desembocar en un puente de 105 mts. de largo, que junto con el túnel de 108 mts, que se encuentra a continuación, son las obras más importantes del trazado. Saliendo del túnel el tren asciende una típica meseta patagónica, donde el trazado se hace menos sinuoso por unos instantes. Al llegar al valle del río Norquinco se tiene una vista panorámica del mismo. Serpenteando por la ladera norte se desciende lentamente hacia la zona fértil del valle que contrasta con el paisaje recorrido. Durante el descenso se pueden divisar la estancia Fitalancao, el embarcadero del mismo nombre, y el Río Norquinco. En este segundo tramo el tren transita entre 600 y 850 mts de altura, pero el paisaje se hace más espectacular por la cercanía de la cordillera cuyas montañas suelen estar coronadas de nieve.
Durante todo el trayecto, lo más notorio es la ausencia de árboles, se divisan algunos en las orillas de cursos de agua y en las estaciones o paradores. La vegetación está representada por pasturas semiduras, Coirón, Neneo y Charcao típicos de la estepa patagónica. En el trayecto se ven ovejas casi permanentemente, que es la producción básica de la zona. De Leleque a Nahuel Pan son muy frecuentes las manadas de guanacos y los ñandúes que suelen estar cerca o sobre las vías emprendiendo la carrera al aproximarse el tren. La llegada a Esquel, terminal del recorrido, se realiza transitando a cierta altura las laderas rocosas del valle del Arroyo Esquel, permitiendo disfrutar de una vista panorámica de la ciudad y sus alrededores mientras se arriba a la estación, que conserva en su estilo las características típicas de aquellos tiempos en que fuera creada. Dentro de sus instalaciones cuenta con una Mesa Giratoria que permite que un sólo hombre pueda girar la máquina de 450 00kg. para ser maniobrada e introducida en el taller donde se la guarda, revisa y prepara para su posterior puesta en marcha; es en el taller y en la oficina de la estación, donde se exponen distintas piezas a manera de museo que, junto con la nuestra fotográfica de todo el recorrido de "La Trochita", están a disposición de aquellos que quieran visitarlas.


Fuente: "El viejo Expreso Patagónico", de Puppy Zuker y R.Rena.