martes, 5 de mayo de 2009

La odisea de Gato y Mancha

Solanet, Tschiffely, Gato y Mancha

Gato y Mancha fueron dos Caballos Criollos argentinos que, guiados por el suizo Aimé Félix Tschiffely, marcharon desde Buenos Aires, Argentina, hasta Nueva York.
Su propietario, Emilio Solanet, criador y propulsor del reconocimiento de la raza y uno de los fundadores de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos de Argentina, se los había comprado al cacique tehuelche Liempichún, en Chubut. Al momento de iniciar la travesía, Mancha, de pelaje overo, y Gato, de pelaje gateado, tenían 15 y 16 años respectivamente.
Tschiffely estaba convencido de la fortaleza de los rústicos caballos criollos. Entusiasmó a Solanet con la idea de su viaje y éste le regaló los dos caballos.
Algunas semanas fueron necesarias para que jinete y equinos se prepararan para semejante aventura, y se fijó el 24 de abril de 1925 como fecha de partida.
En el día fijado, partiendo de la Sociedad Rural Argentina en Buenos Aires, se inició una de las travesías más famosas del siglo XX. Mancha y Gato empezaron a recorrer los 21.500 km desde la ciudad de Buenos Aires hasta Nueva York , conquistando el récord mundial de distancia y también el de altura, al alcanzar los 5.900 m sobre el nivel del mar, en el paso El Cóndor, entre Potosí y Chaliapata (Bolivia).
El viaje se desarrolló en 504 etapas con un promedio de 46,2 km por día. Por entonces no había caminos en varios tramos del recorrido, y cuando existían, no se caracterizaban por su buen estado. Tschiffely tuvo que resignarse a no llevar carpa, ya que las que se podían conseguir por aquellos tiempos eran muy pesadas. Durante el viaje cruzaron varias veces la Cordillera de los Andes, y fue en esos cruces donde mayores dificultades encontraron. El escabroso terreno se eleva a más de 5.500 m y la temperatura llega a -18ºC.
El diario argentino La Nación, junto a otros medios, siguió desde sus páginas al aventurero y sus caballos. Algunas de las líneas decían así: “En Huarmey, el guía no pudo más, ni sus bestias. Los dos criollos Mancha y Gato se revolcaron, tomaron agua y después se volcaron al pasto con apetitos de leones. De Huarmey a Casma, 30 leguas, calores colosales ¡52 grados a la sombra! Sin agua, ni forraje, arena, arena, arena. Los cascos se hundían permanentemente de 6 a 15 pulgadas en la arena candente”.
Más de tres años después de haber salido de Buenos Aires, Tschiffely arribó a Nueva York el 20 de septiembre de 1928. Fueron 3 años, 4 meses y 6 días de travesía.
En la editorial del día siguiente quedó patentado el logro: “después de más de tres años y cinco meses, Aimé montado en Mancha, su fiel compañero (Gato tuvo que quedarse en la ciudad de México al ser lastimado por la coz de una mula), logró la hazaña: al llegar a la Quinta Avenida de Nueva York llevaba en los cascos de su caballo criollo el polvo de veinte naciones atravesadas de punta a punta, en un trayecto más largo y rudo que el de ningún conquistador, y sobre su pecho, en moño blanco y celeste, bien ganados como una condecoración, los colores argentinos”.
Mancha y Gato llegaron de regreso a Buenos Aires el 20 de diciembre de 1928.
Años después de culminada la travesía y de regreso en Argentina, Aimé concurre a la Estancia “El Cardal”. Va a visitar a sus amigos, a quienes hace mucho que no ve, y con quienes compartió tantos momentos de alegría y sinsabores. Se baja a la entrada de la estancia, lanza un silbido y al momento se le acercan al trote Gato y Mancha. Iban al encuentro de su preciado compañero. Aquellos heroicos caballos criollos no lo habían olvidado.
Mancha y Gato murieron el 1947 y 1944, a los 40 y 36 años de edad. Fueron cuidados hasta su muerte por el paisano Juan Dindart. Hoy se encuentran embalsamados, en exposición, en el Museo de la ciudad de Luján “Dr. Emilio Udaondo”.
Aimé Tschiffely, en tanto, siguió viajando por la Patagonia, España e Inglaterra, pero siempre volvió a la Argentina. Falleció en 1954. Su último viaje lo realizó el 22 de febrero de 1998, cuando sus cenizas abandonaron el cementerio de La Recoleta y fueron sepultadas en el campo que su amigo Solanet tenía en Ayacucho.
En conmemoración a semejante hazaña, el Honorable Senado de la Nación Argentina y la Cámara de Diputados, han designado el 20 de septiembre, día de su entrada a Nueva York como el “Día Nacional del Caballo”.

Fuente: Wilkipedia, la enciclopedia libre

domingo, 3 de mayo de 2009

El Milagro Eucarístico de Lanciano

Lanciano es una pequeña ciudad medieval que se encuentra en la costa del Mar Adriático, en la ruta entre San Giovanni Rotondo y Loreto. Su nombre significa “Lanza”, y se trata de la antigua Anxanum de los pueblos Fretanos.
En esta antigua población se conserva desde hace ya más de trece siglos el primero y más grande de los milagros eucarísticos del catolicismo.

Descripción del milagro

La parte de la hostia en el centro del círculo de carne, siguió teniendo los componentes de pan sin levadura después del milagro, tal como ocurre en cada Consagración. Se mantuvo por muchos años pero se desintegró porque el recipiente que la contenía no había sido herméticamente cerrado. La Carne y la Sangre actualmente visibles mantienen hasta la actualidad los accidentes propios de carne y sangre humana. La Carne, desde 1713, se conserva en un artístico ostensorio de plata, de la escuela napolitana, finamente cincelado. La Sangre está contenida en una rica y antigua ampolla de cristal de roca.
La Hostia-Carne, aún se conserva muy bien. El tamaño es como el de las hostias que el sacerdote eleva en las misas hoy día. Es ligeramente parda y adquiere un tinte rosáceo si se ilumina por el lado posterior. La sangre coagulada tiene un color terroso que tiende al amarillo ocre.
El Milagro de Lanciano es un continuo milagro. La Hostia convertida en Carne y el Vino convertido en Sangre, sin el uso de ningún preservativo, están aún presentes en el relicario.

Historia del Milagro Eucarístico

¿Está Jesús realmente y, substancialmente presente en la Eucaristía? Un monje de la Orden de San Basilio, quien mantenía una crisis de fe y dudaba de la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía. Dudaba sobre el misterio de la transubstanciación.
Una mañana del año 700, mientras celebraba la Santa Misa, el monje después de haber pronunciado las solemnes palabras de la consagración, vio como la Santa Hostia se convirtió en un círculo de carne y el vino en sangre visible. Estaba ante un fenómeno sobrenatural visible, que lo hizo temblar y comenzó a llorar incontrolablemente de gozo y agradecimiento. Los presentes al ver la actitud del religioso se apresuraron a ir al altar y, al presenciar el milagro, empezaron a clamar pidiendo perdón y misericordia, arrodillándose en señal de respeto y gratitud por lo que presenciaban.
La carne se mantuvo intacta, pero la sangre se dividió en el cáliz en cinco partículas de diferente tamaño y formas irregulares. Inmediatamente la Hostia y las cinco partículas de sangre fueron colocadas en un relicario de marfil, estando allí hasta el año 1713, donde quedan ubicadas en su lugar actual.

Investigaciones científicas

En 1574 se hicieron pruebas de la Carne y la Sangre y se descubrió un fenómeno inexplicable. Las cinco bolitas de Sangre coagulada son de diferentes tamaños y formas. Pero cualquier combinación pesa en total lo mismo. En otras palabras, una pesa lo mismo que dos, dos pesan lo mismo que tres, y tres pesan lo mismo que cinco. Este resultado está marcado en una tabla de mármol en la iglesia.
A través de los años se han realizado muchas investigaciones, sacando muestras para ser examinadas a través de fotografías y microscopio, efectuándose además análisis químicos y patológicos. A las distintas investigaciones eclesiásticas siguieron las científicas, llevadas a cabo desde 1574, en 1970, 1971 y en 1991. En estas últimas, el eminente científico profesor Odoardo Linoli, docente en Anatomía, Histología Patológica y en Química y Microscopía Clínica, con la colaboración del profesor Ruggero Bertelli de la Universidad de Sena, se utilizaron los instrumentos científicos más modernos disponibles.
Los análisis, realizados con absoluto rigor científico y documentados por una serie de fotografías al microscopio, dieron los siguientes resultados:

· La Carne es verdadera Carne. La Sangre es verdadera Sangre.
· La Carne y la Sangre pertenecen a la especie humana.
· La Carne está constituida por el tejido muscular del corazón. En la Carne están presentes, en secciones, el miocardio, el endocardio, el nervio vago y, por el relevante espesor del miocardio, el ventrículo cardíaco izquierdo.
· La Carne es un corazón completo en su estructura esencial.
· La Carne y la Sangre tienen el mismo grupo sanguíneo: AB.
· En la Sangre se encontraron las proteínas normalmente fraccionadas, con la proporción en porcentaje, correspondiente al cuadro sero-proteico de la sangre fresca normal.
· En la Sangre también se encontraron estos minerales: cloruro, fósforo, magnesio, potasio, sodio y calcio.
· La conservación de la Carne y de la Sangre, dejadas al estado natural por espacio de doce siglos, y expuestas a la acción de agentes atmosféricos y biológicos, es de por sí un fenómeno extraordinario.


Fuente: corazones.org